viernes, 25 de marzo de 2011

DIBUJO EN GRAFITO
Son vastas las disertaciones del dibujo como objeto de estudio, a lo largo de la Historia del Arte, desde la síntesis del arte rupestre, la falta de perspectiva del arte gótico, la aparición del la perspectiva en el Renacimiento, el academicismo del siglo XIX o el quiebre del espacio en el arte del siglo XX, etc. Personalmente, pienso que el dibujo es el medio expresivo que mejor plasma pensamientos y sentimientos, a través de proporciones, luces y sombras; donde se puede reconocer al artista en su esencia.


El lápiz de grafito como material para la expresión gráfica en las artes visuales, brinda una exactitud y nitidez, difícil de alcanzar por otros materiales. El dibujo en grafito, es el recurso primigenio de las distintas ramas del arte, ya sea la pintura, la escultura o la arquitectura. Con distintos tipos de acabados, y niveles de precisión en la definición de los detalles, el dibujo materializa  en un trazo; forma y volumen de una idea.


Es interesante la elección del grafito y el papel, que está en contraposición, de alguna manera, con estos tiempos donde la aceleración de los avances tecnológicos es casi instantánea. En esta elección, busco una relación más cercana y una vuelta a las raíces del dibujo en sí mismo. Donde la idea es protagonista.


La búsqueda y la obra del artista es lo que trasciende de él, y supera los matices de su personalidad o calidad humana, para que aparezca el alma. Luego aparecen las distintas lecturas que puede hacer receptor de la obra, que es lo apasionante del arte. Muchas veces se discute si un artista se nace o se hace, si la destreza del dibujo es enseñada o es un don. No sé si hay una respuesta certera o una regla fija, creo que la técnica sin contenido o el contenido sin técnica, no es arte. Por eso la elección del material, el contenido y el “como”, es fundamental en la transmisión de una idea.


Mi trabajo en particular, implica ese momento íntimo entre el lápiz y el papel. La intensidad de los distintos valores, que generan el claroscuro que se van acercando a la idea plasmada en mi retina. El calor casi imperceptible de la fricción del lápiz sobre el papel. Las tensiones que se generan cuando el gramaje del papel o la dureza del lápiz, no son los adecuados. El diálogo interno en la toma de decisiones respecto a intensificar o no el contraste, agregar detalles, jerarquizar líneas o hasta empezar de cero.


Es difícil explicar esa sensación tan placentera que se llama dibujar.


LARA TIEDEMANN

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